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Toda empresa posee y controla económicamente un conjunto de bienes, derechos o recursos que eventualmente se revertirán en beneficios para ella. A estos elementos se les suele conocer bajo el término de activos empresariales, y pueden ser tanto tangibles como intangibles. Dentro de los activos pueden encontrarse propiedades, equipos y maquinaria; dentro de los intangibles se agrupan las patentes, marcas, tecnología, etc. Ambos son esenciales para la operación diaria de una empresa y a su vez permiten evaluar su salud financiera.
En ciertas ocasiones una empresa toma la decisión de adquirir activos empresariales. Esto significa comprar bienes o derechos de otra empresa, como pueden ser maquinarias, propiedad intelectual, etc.; lo que no implica necesariamente adquirir la totalidad de la entidad. Con esto, la empresa que hace la adquisición puede estar buscando su propio crecimiento y expansión operativa. Pero esto no es todo, también puede lograr diversificar su oferta, combinar recursos para generar ahorros y optimizar la eficiencia operativa, así como mejorar su competitividad. Por si fuera poco, las adquisiciones pueden revertirse en ventajas fiscales y flexibilidad en la gestión de recursos para la empresa compradora. De esta manera, las empresas pueden cumplir algunos objetivos trazados sin necesidad de desarrollar ciertas capacidades desde cero. No obstante, este proceso es algo serio, y debe abordarse con conciencia y responsabilidad.
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Proceso de evaluación y adquisición de activos empresariales
La evaluación y adquisición de activos empresariales es una decisión y un proceso estratégico. No se trata de asumir elementos que no le aporten lo necesario a una empresa, como pudieran ser pasivos no deseados. Se trata de seleccionar aquellos elementos que benefician y se alinean con los objetivos empresariales de la entidad que va a comprarlos. Para tomar la decisión es preciso realizar estas dos acciones importantes: primero la evaluación de los activos, y posteriormente su adquisición.
La evaluación es necesaria porque permite realizar el análisis del valor real de esos activos, su estado, y su capacidad para generar ingresos o mejorar la operación de la empresa adquiriente. Por lo general, durante la evaluación se consideran los factores financieros (como el flujo de caja o el costo de reemplazo), los operacionales (como su integración en los procesos de la empresa), así como los riesgos asociados (dígase problemas legales o necesidad de actualizaciones).
Una vez evaluados estos elementos, la empresa entonces está en la capacidad de decidir si realmente desea adquirir esos activos, y en qué condiciones. Es entonces cuando se establece una negociación entre ambas partes sobre el precio y los términos de compra. Asimismo, también se definen acuerdos sobre cualquier responsabilidad futura, garantías o posibles ajustes en caso de que el activo no cumpla con las expectativas.
Consejos para la evaluación y adquisición de activos empresariales
Como todo, este proceso de evaluación y adquisición de activos empresariales puede descomponerse en una serie de acciones o pasos para garantizar su mejor realización. En este sentido, esbozaremos a modo de consejos una guía práctica para abordar este proceso de manera estratégica y efectiva.
1. Define y ten claridad respecto a tus objetivos y necesidades empresariales
La adquisición de activos empresariales no es una moda, por lo tanto, no puede realizarse sin que responda a objetivos concretos. En este sentido, es preciso que tengas claro qué esperas lograr con esa adquisición de activos: ¿estás buscando mejorar la eficiencia operativa de tu empresa, expandir tu alcance en el mercado o añadir nuevas capacidades? Necesitas establecer objetivos claros y medibles, solo así podrás definir los criterios de selección e identificar los activos que verdaderamente sean valiosos para ti.
2. Realiza una investigación minuciosa del mercado
Si ya tienes claro lo que buscas, corresponde ahora estudiar a fondo el mercado a donde irás a buscarlo. Para ello, conviene realizar un buen análisis de la oferta, los precios y las tendencias de la industria. Es sumamente importante estar al tanto de la evolución del sector y los cambios en el entorno regulatorio que puedan impactar el valor de los activos. No querrás recibir sorpresas desagradables que hagan del proceso un fracaso.
Dentro del mercado que deberás estudiar, encontrarás muchas posibilidades y podrás comparar las diferentes empresas y los activos disponibles. Paralelamente a tu decisión de adquirir, no dejes de realizar el cálculo y la comparación de los costos de adquisición contra los costos que resultarían de desarrollar eso mismo internamente. Puede que esto llegue a darte otras perspectivas que hagan replantearte tu propósito.
3. Realiza una valoración detallada de los activos
Ya sabes lo que quieres, ya has investigado las opciones del mercado, ahora deberás hacer una valoración y comparación precisa de los activos disponibles. Esto te servirá para entender el valor real de lo que vas a adquirir. Y no se trata de una valoración superficial hecha por una corazonada, se trata de una valoración técnica basada en parámetros determinados. Para realizar esta acción existen diferentes métodos: el enfoque de mercado (se comparan activos similares), el enfoque de ingresos (valoración basada en el flujo de caja) y el enfoque de costos (estimación del costo de reemplazo).
Este proceso puede llegar a ser complejo. Por eso en muchos casos se recomienda contratar asesoría profesional para realizarlo, precisamente por la experiencia de esos profesionales en estos menesteres. Tan solo piensa en el perjuicio que implicaría para tu empresa una valoración incorrecta; ya sea por sobreestimación del valor del activo o por subestimar los costos de integración. Recuerda que los activos no solo tienen valor económico, sino que también el posicionamiento en el mercado, la tecnología y el capital humano influyen en el valor total.
4. Evalúa los riesgos asociados
Como todo en la vida, aquí también existen riesgos. Y es que no hay que ir muy lejos para imaginárselo: estás realizando la adquisición de un activo, que implica un costo y que el hecho de escoger el más adecuado en ese momento no garantiza el cumplimiento exitoso de los objetivos que esperas alcanzar con su adquisición. Sí, parece un trabalenguas, pero es preciso que esa idea siempre la tengas presente. Así que, a la hora de adquirir activos empresariales, evalúa los riesgos asociados específicamente con el activo y con el mercado en general. Algunos de ellos pueden ser:
- Riesgos financieros: costos ocultos, deudas pendientes, necesidad de capital adicional para su mantenimiento.
- Riesgos operacionales: incompatibilidad con los sistemas existentes, necesidad de reestructuración o de capacitación del personal.
- Riesgos legales y regulatorios: cumplimiento de regulaciones, litigios potenciales, permisos y licencias.
- Riesgos tecnológicos: tecnología obsoleta o en riesgo de ser superada por nuevas innovaciones.
Junto con el propio proceso de evaluación de riesgos, también puedes ir identificando maneras de mitigarlos o solucionarlos. Esto puedes hacerlo a través de ajustes en el precio de compra, acuerdos contractuales o planes de contingencia. En definitiva, siempre es recomendable ajustar la oferta inicial para reflejar esos riesgos de manera justa.
5. Considera la integración post-adquisición
Realiza todo este proceso siempre mirando hacia adelante. Recuerda que el proceso no se acaba con la compra del activo. La fase siguiente, que es la de integración de eso que adquieres con la estructura existente en tu empresa, es también muy importante. De hecho, suele ser algo realmente desafiante en cualquier adquisición de activos, en especial si involucra personas o sistemas tecnológicos complejos. De ahí que sea prudente contar con un plan de integración adecuadamente diseñado para ayudar a maximizar el valor de la adquisición y minimizar la disrupción en las operaciones. Planificar con antelación, o al menos contemplar desde el mismo inicio las acciones necesarias para la posterior integración, puede evitar problemas y reducir costos imprevistos.
6. Realiza la debida diligencia
El concepto de “debida diligencia” (o “due diligence”) es muy conocido y necesario cuando se realizan procesos de evaluación y adquisición de activos empresariales. Este hace referencia al deber de examinar a fondo toda la información financiera, operativa y legal del activo que deseas adquirir. Puede que pienses que esto es algo obvio, y aunque tal vez lo es, su realización debe llevarse a cabo de manera rigurosa. Se recomienda realizarse por un personal que sea exhaustivo y cuente con el conocimiento necesario para evaluar los activos y los riesgos en cada área.
Esto incluye revisar registros contables, contratos legales, activos tangibles e intangibles, relaciones con proveedores y clientes, entre otros. Asimismo, la debida diligencia no solo se enfoca en los números, sino también tiene en cuenta las relaciones empresariales y la cultura organizativa del activo o empresa. Con esta acción, es posible detectar cualquier problema que no haya sido visible durante la evaluación inicial.
7. Negocia con perspectivas de largo plazo
Lo hemos venido comentando a lo largo del artículo. Aunque la adquisición de un activo empresarial se realice en un momento presente, este reflejará sus efectos a más largo plazo. Por eso, durante las negociaciones, no debes centrarte exclusivamente en lograr un buen precio (aunque esto sea lo primero en lo que te enfoques). En su lugar, se recomienda analizar cuánto beneficia esa adquisición a tu empresa a largo plazo. En este sentido, durante las negociaciones analiza y evalúa bien los términos y condiciones que mejor protejan tu inversión. Para ello, puedes valorar la pertinencia de incluir planes de contingencias, garantías o cláusulas de ajuste de precio en función del rendimiento futuro del activo. Estas disposiciones ofrecen una protección adicional y pueden ayudarte a mitigar algunos riesgos que podrían no ser evidentes en el momento de la compra.
Definitivamente, los procesos de evaluación y adquisición de activos empresariales pueden ser realmente desafiantes. Si algún día te encuentras en la necesidad o la posibilidad de realizar esto, ten en cuenta estos consejos para que te ayuden a tomar mejores decisiones. Recuerda no apresurarte, planificarte bien y, si así lo consideras, no dudes en acudir a profesionales para contar con una adecuada asesoría.
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