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El progreso de nuestra empresa no se constata simplemente por su llegada a final de mes con algunas ventas logradas. Asumir esta falacia como un buen rendimiento es cuanto menos ignorar el manejo adecuado que hay que tener con un negocio serio. Por ello, si de rendimiento empresarial se trata es sumamente necesario, y casi obligatorio, realizar mediciones de indicadores claves que respondan a los objetivos que se persiguen. Y aquí es donde caemos en los famosos KPIs financieros, tan presentes e importantes para una empresa.
Tabla de contenidos
¿Qué son los KPIs financieros?
Las siglas KPI se refieren a Indicador Clave de Rendimiento (Key Performance Indicator). Esta es una métrica cuantificable empleada por las empresas para evaluar su rendimiento a lo largo del tiempo. Con estos indicadores cada empresa puede determinar si las estrategias que emplea son eficaces para lograr los objetivos establecidos. Concretamente, es la manera en que un negocio puede medir, con cifras objetivas, cuanto se aproxima a los objetivos propuestos con las acciones que lleva a cabo. Existe una amplia variedad de KPI, entre los que se pueden mencionar los KPI estratégicos, los de gestión, los operativos, los financieros, etc.
Los KPIs financieros se encargan entonces de medir el rendimiento económico de las empresas. Son capaces de reflejar la salud financiera de una organización, al tiempo que facilitan la toma de decisiones en función de las cifras que devuelven. Estos KPIs financieros abarcan aspectos como la rentabilidad, la liquidez y la eficiencia operativa. Su medición y seguimiento permiten a las empresas obtener una visión clara y objetiva del estado financiero de la organización.
¿Cómo establecer KPIs financieros para medir el rendimiento empresarial?
Una vez que conocemos que existen estas métricas para ayudarnos a analizar el rendimiento financiero de nuestra empresa, lo más sensato es establecerlas. Si queremos realmente que nuestro negocio se mantenga competitivo y saludable en el entorno de negocios, debemos tenerlas en cuenta. Entonces surge la pregunta: ¿cómo hacerlo?, ¿cómo se pueden definir KPIs financieros de manera que realmente reflejen lo que está sucediendo y, lo más importante, sirvan para tomar decisiones efectivas? Pues para poder responder esta interrogante, aquí te ofrecemos una alternativa sencilla y efectiva de cómo realizarlo.
1. Ten claridad de tus objetivos financieros empresariales y … haz coindicir los KPIs con ellos
El paso primerísimo para establecer KPIs financieros efectivos es tener claro cuáles son los objetivos financieros que se propone tu empresa. Esto se debe a que sobre la base de ellos es que podrás seleccionar cuáles son los indicadores que mejor te ayudan a medir el avance en lo que te has propuesto. Por ejemplo: si tu objetivo principal es el crecimiento, podrías centrarte en indicadores como el “crecimiento de ingresos” o la expansión del “margen de beneficio bruto”. Por otro lado, si lo que deseas es mejorar la eficiencia operativa, quizás sea más relevante medir la “rotación de inventario” o el “flujo de caja operativo”.
Como puedes apreciar, no se trata de escoger cualquier KPI para sentir que estás midiendo el avance de tu empresa. Demasiados números en mano sin saber qué hacer con ellos no te ayudará a hacer avanzar tu negocio. Lo más recomendable es seleccionar aquellos que mejor te permitan analizar el progreso de tu empresa según las metas propuestas.
2. Identifica áreas claves de rendimiento
El propio subtítulo nos induce a pensar en las KPIs, pero aquí queremos hacer hincapié en esas áreas de nuestra empresa que son las más críticas para el éxito financiero de nuestro negocio. Esto podría incluir la gestión de activos, la rentabilidad, la eficiencia operativa, o la capacidad de generar flujo de caja. Estas áreas claves variarán sin dudas en función de la industria y el modelo de negocio que tenga tu empresa. No todos los KPIs financieros se adaptan a todas las empresas, por lo que es importante que puedas identificar qué áreas tienen el mayor impacto en el éxito de tu negocio en particular.
3. Selecciona los KPIs que mejor se ajustan a tus objetivos
Ahora que ya tenemos claridad respecto a lo que queremos alcanzar y las áreas claves de nuestro negocio, llega la hora de seleccionar aquellas KPIs que mejor nos ayuden a medir nuestros propósitos. Date cuenta que no necesitas medirlo todo, sino aquello que es realmente relevante para tu negocio. Algunos ejemplos de los KPIs financieros que puedes valorar son las siguientes:
Margen de beneficio
Muestra la rentabilidad total de la empresa, lo que apunta a la eficiencia en la producción o adquisición de bienes y servicios. Refleja cuánto de cada dólar de ingresos se convierte en ganancia. Mientras mayor sea, más rentable será la empresa. El margen de beneficio o ganancia puede ser de dos tipos:
- Margen de beneficio bruto. Mide la diferencia entre los ingresos por venta de productos y el coste directo de la producción, antes de deducir otros costos.
- Margen de beneficio neto. Mide la diferencia entre los ingresos totales por venta de productos y el coste directo de la producción, después de deducir todos los gastos, o sea, excluyendo los gastos fijos y variables.
EBITDA (Earnings before interest, taxes, depreciation, and amortization)
Esta KPI mide el rendimiento operativo de una empresa sobre la base únicamente de su gestión operativa; o sea, sin tener en cuenta los intereses, las decisiones de financiación, las políticas fiscales, la depreciación de activos y amortización. Es un indicador básico de la rentabilidad operativa y permite comparar una empresa con respecto a otras dentro del mismo sector, teniendo en cuenta la salud financiera.
Retorno de la inversión (ROI).
Mide la rentabilidad de determinada inversión, lo que permite evaluar si la inversión en cuestión genera un retorno positivo.
Retorno sobre activos (ROA)
Refleja la eficiencia del negocio en el uso de sus activos para generar ganancias. Mientras mayor sea, más eficiente es la empresa en la utilización de sus activos.
Rentabilidad financiera o Retorno sobre el patrimonio (ROE, Return on Equity)
Muestra la rentabilidad que generan los fondos propios o el dinero de los accionistas. Mientras mayor sea el valor de este indicador, mejor será el rendimiento generado sobre el capital invertido por los accionistas. En otras palabras, nos informa sobre el desempeño en los procesos de toma de decisiones y gestión, al tiempo que mide la eficacia para obtener beneficios a partir del uso de los recursos.
Flujo de caja operativo
También conocido como el flujo de efectivo, mide la cantidad de efectivo generado por la empresa a partir de sus operaciones. Este indicador es clave para evaluar la capacidad de la empresa para generar efectivo suficiente para mantener sus actividades operativas y financiar su desarrollo.
Punto de equilibrio
Es el indicador que mide la relación entre ingresos y gastos, informando cuán bien equilibrados están estos elementos. Ese punto de equilibrio nos habla sobre una igualdad entre la salida y entrada de dinero, que significa que no hay pérdidas, pero tampoco ganancias. Viene siendo el umbral a partir del cual podemos entender cómo va la rentabilidad de un negocio.
Relación deuda-capital
Evalúa el nivel de apalancamiento financiero de un negocio. Un ratio alto puede indicar un riesgo mayor, ya que la empresa está más endeudada en comparación con su propio capital.
Ratio de liquidez corriente
Refleja la capacidad de la empresa para cubrir sus obligaciones a corto plazo con sus activos corrientes. Un ratio por encima de 1 es indicador de suficiente liquidez para hacer frente a sus deudas inmediatas.
Crecimiento de ingresos
Este indicador mide el ritmo de crecimiento de los ingresos de un negocio. Es crucial para evaluar si una empresa está expandiendo su base de clientes y generando ventas.
Rotación de inventario
Mide la eficiencia en la capacidad para gestionar el inventario. La alta rotación es indicador de una venta rápida del inventario, lo cual se traduce en una reducción de los costos de almacenamiento y del riesgo de obsolescencia.
Ciclo de conversión de efectivo (CCC)
Este indicador evalúa el tiempo que tarda una empresa en convertir sus inversiones en inventario y otros recursos en efectivo por medio de las ventas. Lo ideal es un ciclo corto, pues significa que la empresa recupera el efectivo rápidamente.
De esta manera, ya tenemos los dos lados de la moneda: nuestros objetivos empresariales y los KPIs financieros. Ahora toca hacer corresponder unos con otros. Por ejemplo:
- Si se busca la rentabilidad, pueden considerarse los KPIs: Margen de beneficio bruto, Margen de beneficio neto, Retorno sobre la inversión (ROI), entre otros.
- Si se busca la eficiencia operativa, pueden considerarse los KPIs: Rotación de inventario, Ciclo de conversión de efectivo (CCC), entre otros.
- Si se busca liquidez y solvencia, pueden considerarse los KPIs: Ratio de liquidez corriente, entre otros.
- Si se busca el crecimiento, pueden considerarse los KPIs: Crecimiento de ingresos, entre otros.
4. Haz que los KPIs seleccionados sean realmente SMART
De seguro te preguntarás: ¿KPIs SMART, o sea, KPIs inteligentes? Y si se quiere pudiera decirse que sí. La metodología SMART, muy empleada en la definición de objetivos empresariales, aplicada a los KPIs establece lo siguiente:
- S, de específicos. Cada objetivo propuesto debe ser definido concretamente y las KPIs seleccionadas deben responder directamente a esos objetivos. Debe estar bien especificado qué se va a medir y por qué.
- M, de medible. Cada KPI se acompaña de valores y números precisos, lo que significa que tiene que ser cuantificable.
- A, de asequibles. Las KPIs seleccionadas responden a objetivos realistas y alcanzables.
- R, de realistas. Las KPIs se alinean perfectamente con los objetivos finales de la empresa, tanto a medio como a largo plazo. Cada KPI debe ser relevante para el área de la empresa sobre la que busca impactar.
- T, de temporales. Los KPIs se ajustan correspondientemente con la temporalidad, o sea, se debe establecer cuándo se planifica alcanzar los objetivos que miden.
Así podrás tener unos indicadores que te devuelvan una información valiosa sobre la base de datos concretos.
5. Mantén un seguimiento constante de los KPIs y ajusta correspondientemente
Es importante entender que los KPIs financieros no son estáticos. Para obtener el máximo valor de ellos, es preciso monitorearlos sistemáticamente. Un KPI no tiene sentido si no te sirve para evaluar tu progreso y tomar decisiones correctivas cuando sea necesario. Para ayudarte en esta tarea, se recomienda establecer un calendario de revisiones de KPIs, ya sea mensual, trimestral, semestral o anual. Así podrás verificar si la información que están proporcionando es la esperada, para que, en caso contrario, puedas ajustar correspondientemente. Recuerda que la vida es dinámica y el mercado también, puede que con el paso del tiempo necesites reajustar tus KPIs. Por eso debes darles seguimiento periódico, porque tus objetivos también pueden variar, así que debes alinear debidamente tus indicadores claves de rendimiento.
Como puedes comprender, establecer KPIs financieros no solo es una cuestión de elegir números al azar o seguir lo que otros están haciendo. No es una cuestión de moda, sino de sensatez. Este es un proceso deliberado que implica primariamente entender bien qué objetivos desea tu empresa alcanzar. Sobre esa base, entonces establecer aquellos “instrumentos” que te permitirán medir cómo tu empresa se aleja o acerca de cumplir lo que se ha propuesto. Haz de las KPIs tus aliadas para garantizar que tu empresa vaya por el camino que deseas.
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