En nuestro post anterior sobre las remesas y su impacto en las economías , comentamos que América Latina y el Caribe son las regiones en que las remesas han presentado un mayor aumento en los últimos años. Este incremento pudiera hacer suponer la mejora de las economías personales y las de los países receptores. Sin embargo, antes de emitir cualquier criterio, es fundamental analizar el empleo que se le da a estos ingresos; es decir ¿dónde terminan las remesas en Latinoamérica?
Al consultar diversas fuentes (organismos de investigación estadística, informes de Estados, medios de prensa), vemos que hay dos posturas marcadas en el estudio del uso de las remesas. La primera sostiene una visión un tanto negativa o pesimista, y otra muestra evidencias positivas u optimistas del empleo de las mismas. Detengámonos en cada una.
Tabla de contenidos
Postura negativa
La postura negativa tiene dos aspectos fundamentales: la consideración de que el empleo de las remesas para el consumo familiar (comida, trasportación, vestuario, etc), implica el “malgasto” de ese dinero; por ello, las remesas solo tienen un carácter socialmente compensatorio, al servir mayoritariamente para mejorar las condiciones de vida de las familias receptoras. Sin embargo, si se toma en cuenta que, según los resultados de las investigaciones, los hogares que no reciben remesas también emplean sus ingresos para estos fines, esa supuesta etiqueta de “malgasto” no tendría cabida.
Postura positiva
La postura positiva concibe que el empleo de las remesas en Latinoamérica tiene un carácter productivo; o al menos lo más productivo posible en función de las posibilidades de los receptores y la finalidad que se les atribuye. El uso de esos ingresos suele ser muy diverso y depende de los factores particulares que intervienen en cada familia receptora. No obstante, algunos de ellos pueden ser identificados.
Satisfacer necesidades básicas: dependiendo de la situación económica de la familia y de la región en que se encuentre, las remesas se emplean en la compra de productos necesarios para la vida; alimentos, salud, vestuario, transporte, pago de impuestos, rentas y elementos afines. La utilización en la mejora de las condiciones básicas para la vida indica una apuesta por el bienestar familiar.
Ahorro: guardar las remesas es también una práctica habitual, ya sean en cuentas bancarias o en el propio hogar. Implica tanto la seguridad de contar con un respaldo al que acudir en momentos necesarios; así como la acumulación de un capital que luego se destinará a determinada inversión.
Inversión: el empleo de las remesas en actividades productivas o proyectos de emprendimiento suele ser reducido; no obstante, es una buena forma de desarrollo económico, no solo personal sino también a nivel local, regional y hasta macroeconómico si se quiere.
Destinos productivos de las remesas en Latinoamérica
Entre los distintos destinos productivos en los que se invierten las remesas están:
- Inversión en capital humano: se pueden considerar aquellas remesas empleadas en la educación de los familiares más jóvenes. De esta manera, se invierte en la formación y preparación de personas que en mediano o largo plazo reportarán ganancias sobre la base de la preparación previa; en otras palabras, se recogen los frutos de la inversión.
- Inversión en salud: aunque pudiera considerarse una necesidad básica a cubrir, lo cierto es que la salud también supone una inversión monetaria importante. Para asegurar cualquier posible avance o desarrollo económico, hay que garantizar que los principales actores estén en plenas condiciones y para ello mantenerse saludable se torna vital.
- Inversión en negocios o empresas: algunas investigaciones sobre Latinoamérica sugieren que una parte pequeña de las remesas se destinan al emprendimiento; así sea a la apertura de un negocio personal o familiar, o a la inversión en determinada empresa ya existente. En este sentido, el dinero de las remesas no se estanca, se emplea en determinado proyecto que, deseablemente, ofrecerá ganancias a corto o mediano plazo que llegarán a devolver e incluso sobrepasar lo inicialmente invertido. De esta manera, dichas iniciativas contribuyen a beneficiar tanto el desarrollo personal como local, comunitario, etc., según sea el caso.
Conclusiones
Cada vez más, y apoyados en numerosas investigaciones, se tratan de diseñar estrategias que faciliten el empleo de este tipo de ingresos en actividades enfocadas al desarrollo. Esto no es un intento de imponer a los receptores lo que deben hacer con sus remesas en Latinoamérica; pues cada cual le da el uso que estime conveniente a sus ingresos. Las remesas poseen un carácter privado, cuyo destino es decidido por sus dueños.
La idea es entonces viabilizar las gestiones, tanto del emisor, cuando envía ayuda financiera a sus familiares o donaciones que incluso benefician a determinada comunidad; como del receptor de las remesas, quien se ve muchas veces frustrado de realizar sus inversiones por las trabas y obstáculos que suele encontrar en el camino. La intención sería, desde los mecanismos competentes, favorecer los procesos que debe seguir todo aquel que pretende invertir en proyectos de desarrollo productivo; crear ambientes propicios e, incluso, generar incentivos para su replicación, permitiendo así no solo beneficios personales sino también, y especialmente, para las economías locales.
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