minería de criptomonedas

Minería de criptomonedas, ¿de vuelta a la minería tradicional?

¿Quién podría prever a mitad del siglo XIX, cuando las minas de oro atrajeron a miles de personas, que, casi dos siglos después, la minería retomaría un eslabón importante en la esfera financiera mundial; pero esta vez de una forma muy peculiar? Minar desde el confort del hogar, esfuerzo físico prácticamente nulo y, por si fuera poco, recibiendo recompensas monetarias por ello. ¡Eso sí que es vida!, dirían muchos. Pues bien, en la actualidad la minería de criptomonedas cuenta ya con millones de seguidores en todo el mundo. Sin embargo, la realidad no es tan simple como parece y para entenderlo debemos adentrarnos un poco más en este mundo.

Criptomonedas

Las criptomonedas son divisas virtuales o digitales, cifradas por criptografía como medio de control. Se utilizan para el intercambio de bienes y servicios, ya sea entre personas, empresas, etc. Tienen la particularidad de ser descentralizadas, por lo que no dependen de intermediarios en las transacciones comerciales. En otras palabras, el control del proceso está en los mismos usuarios que lo realizan, no en un tercero, como suelen ser los bancos en las transacciones monetarias que tradicionalmente conocemos.

En la actualidad, existen más de 1.300 criptomonedas; se pueden mencionar: Bitcoin, Ethereum, Dash, Blackcoin, Nxt, PeerCoin, entre otras. La primera de todas fue bitcoin, que vio la luz en 2009 a manos de Satoshi Nakamoto (pseudónimo de su creador o creadores) y que en la actualidad ocupa el primer puesto en este mercado; las otras son conocidas como criptomonedas alternativas o altcoin. La obtención de la primera se debió a la incorporación de un primer bloque o “bloque génesis” a la blockchain o cadena de bloques. Entendamos qué es esto de los bloques.

Blockchain o cadena de bloques

Blockchain es un sistema de codificación sofisticado de información; una tecnología computacional cuyos procesos están asegurados criptográficamente, permitiendo la transferencia de datos digitales de manera muy segura (por la criptografía, la descentralización, la verificación constante, etc.). Tiene notables aplicaciones en muchas esferas como la administración pública o el Internet de las cosas, aunque se ha asociado más popularmente con las criptomonedas.

Si establecemos una analogía con lo que ya conocemos de nuestra vida cotidiana, sería como un libro de registros de contabilidad.  Este recoge todos los movimientos realizados con determinado producto o dinero, pero en este caso, dichos movimientos serían digitales. Una particularidad, es que este registro no está restringido solo para el “tenedor de libro”; sino que se encuentra distribuido por diversos nodos de la red que contribuyen a verificar y legitimar su existencia.

Así, pudiéramos entonces definirla como un registro o base de datos única, distribuida y consensuada que guarda determinada información. Es única, porque no puede ser modificada una vez hecha; distribuida, porque está compartida por toda la red, dándole seguridad, al tiempo que todos los nodos la verifican constantemente y esto la mantiene; asimismo, cualquier usuario puede acceder a ella al ser de dominio público. Además, es consensuada ya que su modo de funcionamiento es por acuerdo de las partes involucradas.

Cada bloque de esta cadena de bloques sería como una página del libro, donde queda almacenada la información referente a las transacciones realizadas. Al mismo tiempo, posee información propia del bloque y se vincula al anterior y al siguiente por medio de un hash; en palabras simples, un código particular de identidad del bloque. Pero, ¿cómo se crean y se agregan estos bloques a la cadena de bloques? Pues en este punto es donde entra en escena nuestra protagonista: la minería.

Minería de criptomonedas

La minería es el proceso de verificación y validación de esos bloques de información para su incorporación y mantenimiento en la red de bloques. El trabajo de los mineros es verificar las transacciones que se realizan y de esta forma se asegura la validez de las mismas; evitando la duplicación y el doble-gasto de una misma moneda. Imaginemos un escenario más familiar: para comprobar que un billete es falso, nosotros los que hacemos es buscar determinadas claves que garantizan su originalidad, como marcas de agua, número de serie, hilo de seguridad, entre otras. Análogamente, el proceso de verificación constante de las transacciones le da seguridad a la cadena de bloques, por eso se dice que la minería verifica, valida y mantiene la cadena. En el caso de las criptomonedas, los mineros no son precisamente personas, sino hardwares (máquinas) muy sofisticados que realizan este trabajo.

¿Cuál es exactamente el trabajo que realizan los mineros?

Analicemos como ejemplo, a lo largo de este post, el caso de Bitcoin. Los mineros (dígase, los hardwares) tienen que verificar 1MB de transacciones, que es precisamente un bloque (este límite fue establecido por Satoshi Nakamoto), que puede ser tan pequeño como una sola transacción o tan grande como varios cientos, en dependencia de cuánta data tenga cada transacción. Las transacciones van acompañadas de una firma electrónica encriptada que prueba matemáticamente de qué billetera proviene dicha transacción y hacia cual se dirigió.

Pero esto no para aquí. Además, para añadir dicho bloque a la cadena de bloques, deben hallar la solución de un problema matemático-computacional, conocido como Prueba de Trabajo o Proof-of-Work (PoW). Es como un acertijo generado desde el propio núcleo de Bitcoin: consiste en “adivinar” un hash, que es un número hexadecimal de 64 dígitos (aunque no recordemos de matemáticas, ya 64 dígitos nos hace suponer intuitivamente cuán complejo puede ser) y que debe ser menor o igual que el hash target u objetivo que brinda el acertijo y que no se conoce. Todo bien hasta aquí, pero teniendo presente que cualquiera con el equipo apropiado puede minar, entonces esto se tornaría muy sencillo y serían muchos los mineros que hallarían la respuesta. Es cierto, y es justo aquí donde está el detalle importante, solamente se lleva la recompensa el primero que llegue a la respuesta correcta.

¿Recompensa?

¡Pues sí! Si estamos minando criptomonedas, específicamente bitcoin,* la recompensa es precisamente la liberación de una determinada cantidad de bitcoins (BTC). Esta cantidad se reajusta con el tiempo pues el total de BTC de la red Bitcoin está definido en 21 millones, lo que significa que llegará un momento en que se agotarán. Por ello, se establece un protocolo de liberación de bitcoins determinado donde la cantidad recibida como recompensa del minado del bloque se reduce a la mitad cada cuatro años más o menos (halving).

Así, en 2009 cuando se minó por primera vez bitcoins, la recompensa por minar un bloque era de 50 BTC. En el año 2012 se redujo a 25 BTC y en 2016 la reducción fue hasta 12.5 BTC. Traduzcamos esto al español: por ejemplo, en noviembre de 2019 el precio de 1 BTC era de $9.300, así que de haber sido recompensados en aquel momento por minar un bloque, recibiríamos 6.25 BTC y al multiplicarlos por su precio en dólares, tendríamos $116.250, ¡nada mal! Recientemente el 11 de mayo de 2020 tuvo lugar la tercera reducción tras cuatro años, hasta 6.25 BTC. Siguiendo esta lógica, el último bitcoin será liberado en el año 2140.

Dificultad del minado

El nivel de dificultad del problema matemático a resolver por los mineros se reajusta escaladamente en función de la cantidad de mineros y su potencia de procesamiento. Actualmente, la verificación de un bloque demora como promedio diez minutos. Teniendo en cuenta que constantemente se retiran o se suman mineros a la red, así como también se modifica la potencia de procesamiento de la misma, la dificultad de ese problema matemático se reajusta automáticamente para que la tasa de verificación de bloques se mantenga constante. Este reajuste se realiza cada 2.016 bloques verificados, aproximadamente cada dos semanas.

¿Qué se necesita para comenzar a minar?

Lo primero es determinar qué tipo de criptomoneda deseas minar y conseguir el programa específico para ella. Asimismo, esto determina el tipo de hardware que necesitarás. Es importante saber que, aunque en los inicios de la minería de criptomonedas era suficiente con un ordenador convencional, hoy en día ya no es así. La inversión primera puede oscilar desde $500 hasta más de $10.000. Y si a eso le sumas el gasto elevado de energía eléctrica así como la inversión en equipos de refrigeración, pues el monto se torna aun mayor; así que deberás sacar bien tus cálculos para que el proyecto total sea rentable y autosustentable.

En la actualidad, las grandes “granjas” de minado de criptomonedas se suelen instalar en regiones frías y preferiblemente donde la energía utilizada provenga de recursos renovables, así los precios disminuyen. Irlanda se ha convertido en un destino muy atractivo para este tipo de inversiones, no solo por el clima frío sino también por los precios relativamente bajos de la electricidad.

Es importante que tengas en cuenta que hoy en día el mayor porciento de bloques minados son conseguidos por los pool de minado: grupos de mineros unidos que comparten la potencia de sus computadoras por un fin común. Suele ser una buena opción, sobre todo para aquellos mineros con baja potencia, que al unirse con otros consiguen la potencia requerida. Al final, cuando logran ganar la recompensa por el minado exitoso de un bloque, dividen la ganancia en partes iguales entre todos dentro del pool.

Igualmente, si tienes interés en conseguir criptomonedas, el minado no es el único medio para ello. La inversión en criptomonedas es también un mundo fascinante. Por esta razón dedicaremos otro post para conocer más sobre el trading con criptomonedas.


* Bitcoin con mayúscula suele referirse a la red Bitcoin, a la criptomoneda; mientras que en minúsculas se utiliza para referirse a las unidades de la criptomoneda, cuyas siglas son BTC.